El interior de la alcachofa se conoce como corazón.
De la alcachofa son comestibles el corazón, las hojas interiores de color verde pálido y parte del tallo pelado. Las hojas exteriores son muy duras y amargas, por lo que es necesario retirarlas.
En la imagen se muestra la alcachofa pelada, lista para ser cocinada.
Oxidación de las alcachofas
Al pelar las alcachofas, sus componentes se oxidan rápidamente al contacto con el aire, ennegreciéndose, lo que afecta fundamentalmente a su aspecto.
Para prevenir la oxidación, en la medida de lo posible, es habitual introducirlas en un recipiente con agua muy fría y el zumo de un limón. Yo prefiero evitar el cítrico, sustituyéndolo por un puñado de perejil, pero las dos soluciones son igualmente válidas.
Prepara el recipiente con agua fría y perejil antes de empezar, para sumergir las alcachofas según las vayas limpiando.
En primer lugar, arrancamos las hojas exteriores hasta llegar a las más tiernas, de color verde pálido, amarillentas en su base.
Nota: Es recomendable utilizar guantes de látex al manipular las alcachofas porque tienen una sustancia que no sale fácilmente al lavarse.
Dejamos 3 o 4 cm del tallo y lo pelamos con un cuchillo pequeño bien afilado.
Recortamos los restos de hojas que hayan quedado alrededor del corazón y redondeamos el contorno con el cuchillo.
Cortamos la parte superior de las hojas, como se muestra en la imagen.
Por último, retiramos la pelusa del interior del corazón con una cucharilla o un sacabolas.