- 2 sepias limpias.
- 300-400 g de níscalos.
- 1 vasito de vino blanco.
- 2 patatas.
- 1 cebolla.
- 2 dientes de ajo.
- Un puñado de almendras (o piñones).
- Perejil fresco.
- Aceite y sal.
Elaboración
PASO 1
Pedimos en la pescadería que limpien las sepias, así ahorramos tiempo en la elaboración de la receta.
Cortamos los cuerpos de las sepias en dados de 2 cm aproximadamente, como se muestra en la imagen. Separamos también los tentáculos.
Pelamos la cebolla y la cortamos por la mitad.
La picamos muy finita.
PASO 2
Limpiamos bien los níscalos
Los frotamos con un paño húmedo para retirar los restos de tierra y pinocha.
Para limpiar la zona interior de las setas podemos utilizar un pincel o un cepillo.
Si son grandes, los cortamos en 2 o 3 trozos.
Pelamos las patatas y las "chascamos", es decir, las rompemos en trozos irregulares haciendo palanca con el cuchillo, para esto, introducimos la hoja del cuchillo unos 3 cm en la patata, y tiramos hacia fuera hasta romperla con un giro de muñeca.
PASO 3
En una cazuela amplia, rehogamos la cebolla con 2 cucharadas de aceite a fuego medio, durante 3 o 4 minutos, removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera.
Incorporamos la sepia y la rehogamos otros 2 minutos.
PASO 4
Agregamos un vasito de vino blanco, y lo dejamos cocer 1 o 2 minutos para que se evapore el alcohol.
Por último, añadimos las setas y las patatas.
Lo cocemos a fuego suave, con la tapa semiabierta, durante 20 minutos.
PASO 5
Ponemos en el cuenco del mortero 2 dientes de ajo, un puñado de almendras, una cucharada de perejil, y una pizca de sal gorda.
Majamos los ingredientes, golpeándolos fuertemente con el mazo, hasta conseguir una pasta homogénea.
PASO 6
Transcurridos los 20 minutos de cocción, disolvemos la pasta de almendra y ajo en la salsa.
Lo dejamos cocer otros 5 minutos, rectificamos de sal y listo.
¡Buen provecho!
Los níscalos
Son hongos comestibles de gran calidad gastronómica. Crecen en pinares, en otoño, hasta que el frío del invierno los mata.
Por su textura y dureza son ideales para guisos y arroces.
Cuando los níscalos se golpean o se rompen, aparecen manchas de color verdoso. Se pueden consumir sin ningún problema, este color se debe a los efectos de la oxidación, no a que se encuentren en mal estado, o con moho.
Rehogar: Sofreír un alimento para que se impregne de la grasa y los ingredientes con que se condimenta.
Majar: Machacar o golpear un alimento con un mortero.