- Una rodaja de bonito de 4 o 5 cm de grosor (ver notas abajo).
- 300 g de almendras crudas peladas.
- 3 vasos de agua mineral (750 ml).
- 40 g de miga de pan.
- 1 diente de ajo blanqueado (ver notas).
- 2 cucharadas de vinagre de vino blanco.
- 1 cucharada de vinagre de Jerez.
- 1/2 vaso de aceite de oliva virgen extra.
- Sal al gusto.
En esta receta el bonito se sirve prácticamente crudo, solo cocinaremos ligeramente la superficie. Cuando se ingiere pescado crudo, se corre el riesgo de contraer una infección por anisakis, un parásito que puede ocasionar enfermedades graves. La única forma de evitar problemas es congelarlo entre 48 y 72 horas, o una semana si queremos estar completamente seguros.
Pedimos en la pescadería una rodaja de bonito de 4 o 5 cm de grosor.
La cortamos en cuartos, como se muestra en la imagen. Retiramos la piel y las partes negruzcas que se forman por la sangre coagulada y tienen un sabor desagradable.
Cortamos cada cuarto en dos partes, obteniendo unos tacos de aproximadamente 5 cm de lado.
Envolvemos los trozos de bonito en papel transparente de cocina y los congelamos.
Elaboración
PASO 1
El mejor resultado se obtiene con una batidora de vaso de gran potencia, pero si no dispones de una, prepáralo con una batidora de mano.
Introducimos todos los ingredientes en el vaso batidor y los trituramos durante 3 minutos, hasta conseguir una crema fina y homogénea.
PASO 2
Pasamos la crema por un colador de malla fina.
La ponemos en un cuenco, la cubrimos con papel film y la metemos en la nevera como mínimo durante 1 hora para servirla bien fría.
PASO 1
Calentamos una sartén a fuego vivo y pasamos los trozos de bonito con un chorrito de aceite, aproximadamente 30 segundos por cada lado, hasta que la superficie esté bien dorada.
PASO 2
Los cortamos por la mitad y los servimos sobre el ajoblanco bien frío.
Rociamos unas gotas de aceite de oliva virgen extra y esparcimos unas escamas de sal por encima del bonito. En esta ocasión he utilizado una sal rosa de Mallorca.
Blanquear el ajo es una técnica de cocina que consiste en escaldarlo unos segundos y enfriarlo rápidamente. Así el ajo pierde el exceso de fuerza, su sabor será mucho más suave y apenas picante, además, evitaremos que repita.
Ponemos el diente de ajo en un cazo pequeño con la cantidad justa de agua fría para cubrirlo.
Lo calentamos a fuego vivo y en cuanto empiece a hervir, contamos 3 segundos y lo enfriamos rápidamente, introduciéndolo en un cuenco con agua y hielo o en el grifo bajo un chorro de agua fría.
Tiramos el agua y repetimos el proceso otras 2 veces.